SILENCIO, SE LEE (La familia romana)

La familia romana


Hemos heredado de los romanos muchos aspectos relativos al ámbito familiar (costumbres, marco jurídico, términos lingüísticos,...), pero si queremos caracterizar a la familia romana no debemos fijarnos en las semejanzas con una familia actual, sino en las diferencias que existen entre ambas. Por esta razón nos vamos a centrar en el estudio de dos ámbitos en los que la familia romana se aleja sensiblemente de una familia actual, a saber, la composición de la unidad familiar y el poder del cabeza de familia.
Por lo que respecta a la composición, en Roma integraban una familia no sólo las personas ligadas por vínculos de sangre, esto es, cónyuges e hijos, sino también todos aquellos que mantenían una relación de dependencia con el "pater familias" (esclavos, libertos y clientes). Una familia romana, por tanto, era mucho más amplia que una familia actual y podía estar formada por cientos de personas.
En cuanto al cabeza de familia, en Roma este papel correspondía indefectiblemente al padre o “pater familias”. Un "pater familias" romano tenía un poder enorme, la llamada “patria potestas” o “manus”, y en uso de él podía incluso matar a cualquier miembro de su familia (esclavos, desde luego, pero también hijos e incluso esposa en algunos casos). Actualmente las cosas han cambiado un poco: la antigua "patria potestas" la comparten padre y madre, se ejerce sobre los hijos hasta la mayoría de edad y no conlleva una autoridad tal que permita causar daño, y mucho menos matar. 


Los esclavos eran personas privadas de libertad, explotadas como fuerza de trabajo, a las que se podía comprar y vender como vulgares mercancías.
Los esclavos domésticos vivían en la casa familiar y estaban destinados al servicio de los otros miembros de la familia (pedagogo, peluquero, cocinero,...). Su situación era privilegiada si se les compara con los esclavos empleados en negocios familiares (artesanía, minería, agricultura). Muchos esclavos de este último tipo ni siquiera conocían a su dueño: un capataz se encargaba de controlarlos.

Los libertos eran esclavos manumitidos, liberados por su amo (de ahí el nombre). Era frecuente que el "pater familias" manumitiera, concediera la libertad, a los esclavos más fieles y laboriosos, sobre todo en su testamento.

Los esclavos que pasaban a ser libertos celebraban y anunciaban a todos su nueva condición colocándose durante un tiempo un gorro frigio, el píleo, que luego adoptaron los revolucionarios franceses para simbolizar la adquisición de la libertad. 

Jurídicamente los libertos, a pesar de ser libres, eran ciudadanos incompletos ya que tenían derechos civiles (casarse con una romana, etc), pero no políticos. Sus hijos, en cambio, ya gozaban de la plena ciudadanía.

Todo liberto seguía ligado como cliente a la familia de su antiguo amo.

Los clientes eran ciudadanos libres que habían establecido una relación de apoyo y socorro mutuo con otros "pater familias" mejor situados social y/o económicamente que ellos. Estos "pater familias" recibían el nombre de patronos.

Los hijos, por oposición a los esclavos, son llamados a veces "liberi/orum", término que procede del adjetivo "liber-era-erum: libre". A pesar del nombre, la situación jurídica de los hijos difiere poco de la de los esclavos ya que la "patria potestas" daba al "pater familias" un enorme poder sobre ellos.

La situación de la esposa estaba condicionada por el tipo de matrimonio que la uniera a su marido. Existían dos clases: 
El más antiguo era el matrimonio "cum manu". En virtud de este matrimonio el padre renunciaba a la patria potestad sobre su hija para asumirla el esposo.  
El matrimonio "cum manu" fue sustituido a partir del siglo II a.C. por el matrimonio "sine manu", en que el padre, a pesar del matrimonio, conservaba la "patria potestas" sobre la hija. 


                                                                                            Martes 31 de Enero. Departamento de Latín

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